"Señora:
Siento lo de su virus. Aunque cuando es un virus no muy malvado, a veces viene bien como excusa para hacer un intensivo sofá-mantita-en-la-tripa. Eso lo digo ahora, antes de empezar el baile de los tratamientos, claro. Después de haber pasado por ello, no sé yo si una perderá bastante estima por esos días de leve enfermedad. Imagino que tras el intensivo sofá-mantita del último año, como que para usted la cosa habrá perdido una gran parte de su encanto :-) [...].
Aún no he visto "The Wire", pero algo me dice que en breve tendré mucho tiempo para verla. Ayer en la sala de espera del centro de oncología mamaria me impresionaron grandemente los cuadritos con fotos de flores, los colores rojo-rosas de las paredes, los muebles Ikea, los cojines, las pilas de Vogues y Elles, los platos con caramelos y la tele colgada en la pared con un capítulo de "Glee". Así como lo encantador de las enfermeras.
Parece un requisito obligatorio para trabajar en esa sección del hospital: ser excesivamente mona y encantadora. Vamos, que cualquier vulgar paciente de cualquier otra vulgar enfermedad que pasaba por delante de la pared acristalada arrastrando su percha del suero, nos miraba en todo nuestro glamour femenino y estoy segura de que casi le daban ganas de tener un cáncer de pecho.
Hojeando mi Vogue yo pensaba que a los pobres hombres a los que les entra un cáncer de testículos o una leucemia no les dan más que una siniestra sala de espera con un sofá de tapicería gris (manchada de café) y sillas de plástico, y, si tienen suerte, una máquina de Coca-Cola (lo sé de buena tinta, pasé mucho tiempo en esa sala el año pasado visitando a Cuñado Lascivo). Y la verdad, no me pareció muy justo. Olvidé esta sensación de injusticia en cuanto la amabilísima enfermera me apuntó a un programa de la Asociación quebequesa del cáncer de mama, en el que recibiré clases de yoga gratis y entradas para el cine y algún que otro espectáculo, así como rebajas para comprar cosméticos y recibir masajes.
Pensé en subir al sexto piso y contárselo a los chicos de urología oncológica, en plan perra total, pero acto seguido recibí de las manos de Encantadora Enfermera un práctico "kit cáncer de mama", que consiste en una carpeta con folletos que ofrecen charlas y psicoterapia de grupo con bonitos títulos como "La liberación emocional: el perdón cura" o "Transformar la enfermedad en crecimiento espiritual", y un librito que en la práctica es un catálogo de todos los efectos secundarios desagradables producidos por la radioterapia, la mastectomía, la quimio y la hormonoterapia. Tras hojear el librito, se me quitaron bastante las ganas de chufla.
Pensé en subir al sexto piso y contárselo a los chicos de urología oncológica, en plan perra total, pero acto seguido recibí de las manos de Encantadora Enfermera un práctico "kit cáncer de mama", que consiste en una carpeta con folletos que ofrecen charlas y psicoterapia de grupo con bonitos títulos como "La liberación emocional: el perdón cura" o "Transformar la enfermedad en crecimiento espiritual", y un librito que en la práctica es un catálogo de todos los efectos secundarios desagradables producidos por la radioterapia, la mastectomía, la quimio y la hormonoterapia. Tras hojear el librito, se me quitaron bastante las ganas de chufla.
En cuanto a mi competente cirujano y mi ganglio centinela, esta vez tuve la buena idea de no decirle al doctor en qué trabajo, porque me pasa un poco lo mismo que a usted: en cuanto cuento que soy intérprete en un hospital, en seguida piensan que yo debí de estudiar la carrera de medicina en algún país subdesarrollado, y que entiendo todo. Y no. Entiendo -en inglés y en francés, eso sí :-)- lo justo para traducir y poder vulgarizar un poco para la mamá boliviana/mexicana/guatemalteca que se siente junto a mí. I speak doctor as a foreign language. Punto.
Así que no dije nada y el cirujano me lo explicó todo muy bien y muy claramente, casi como presuponiendo que yo estaba dotada de un cerebro. Se lo agradecí mucho. Lo único que no me quedó muy claro, entre tanta información, fue lo de que el cáncer sea positivo para los receptores de estrógenos y de progesterona... no sé si es bueno o malo. Presiento que me van a dar hormonoterapia, y que en unos meses seré yo la que le cuente a usted lo de mi mala hostia creciente y mis sofocos. Lo de que sea negativo para el gen HER2 lo entendí: sé que es bueno (menos probabilidades de proliferación, menos probabilidades de quimio).
Yo aún no llego ni a desarrollar un lenguaje Star Wars para explicarme esto, señora. Estoy en una fase mucho más básica y maniquea: bueno-malo, "bueno" siendo toda noticia que implique un cáncer menos invasivo y vigoroso, y un tratamiento menos agresivo, "malo" representando lo opuesto. Es curioso lo simple que me estoy volviendo... no creía posible ser más simple de lo que ya era, pero estoy alcanzando unos niveles de zoquetez bastante asombrosos. Y ni siquiera puedo culpar a la medicación. Todavía.
Ahora la dejo, que me espera un cafelito (bueno) con tostada de aguacate (buenobueno). Le beso las mejillas ruidosamente y repetidas veces.
Arantza"
Te traduzco lo que significa que sea positivo para los receptores de estrógenos y progesterona: eso son dianas claras a las que apuntar con fármacos-flechas (la consabida hormonoterapia), para no andar dando palos de ciego con otros tratamientos. mucho ánimo!
ResponderEliminarPreciosa!!! es una lindisima carta
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