- "[...] Since you've been such an inspiration for people around... Wow, man! You just ran into a big pile of dogshit!"
- "It happens."
- "What? Shit?"
- "Sometimes."
("Forrest Gump")

martes, 22 de febrero de 2011

ÔÔÔÔÔMMMMM... Mmerdouille

Con unos cuantos meses de incertidumbre por delante, Paciente Impaciente ha decidido asistir a esos cursos gratuitos de yoga que le ofrece la Fundación Quebequesa del Cáncer de Mama. Una vez por semana. Además de ese curso gratuito para mujeres con pechos maltrechos (como le gusta llamarlo en una broma privada de muy mal gusto), Paciente Impaciente también asiste a otro curso de yoga (éste, de pago) con Lady D.

Paciente Impaciente confía en que esos dos cursos por semana, más alguna que otra práctica casera con los vídeos del muy suculento Rodney Yee (ex bailarín cachotas reconvertido a guru de yoga, que amuebla bastante su vida imaginaria) la pongan a levitar en breve, y que alcance el nirvana en tiempo récord. O en su defecto, la calmen un poco, mejoren su elasticidad, capacidad respiratoria y control del dolor. Mientras tanto, ella se retuerce y respira y hace el pretzel junto a Lady D., que también se retuerce, resopla de risa y respira. Los cursos de yoga tienen la ventaja adicional de alejarla del frigorífico y del horno unas horas, darle una excusa para ver a Lady D. y tomarse un tecito  y viborear una vez por semana, amén de que dentro de poco cree que será capaz de teclear las entradas del blog con los pies detrás de las orejas. Paciente Impaciente no cree realmente que el yoga mejore sus posibilidades de curar el cáncer, simplemente le parece útil poder ejercitar la respiración ventral cada vez que quiere arrearle un guantazo a la enfermera desagradable de turno. Ella sabe que con esa actitud nunca llegará a fundirse con el Todo Cósmico. Y que la pueden demandar.

La primera semana del curso de yoga para mujeres despechadas Paciente Impaciente llega a la clase, dócil y silenciosa, dispuesta a salir corriendo en la pausa si alguien se pone a recomendarle tisanas, lecturas o cánticos, porque ella ya tiene su dosis máxima del tema alternativo. Para marcar un poco el tono, lleva su camiseta "Shit Happens". La monitora la saluda en esa voz aterciopelada que usan siempre las monitoras de yoga, y la obliga a presentarse al grupo un poco en ese estilo de Alcohólicos Anónimos: "Hola, me llamo Arantza y tengo cáncer de mama", ante lo cual todo el grupo responde, sonriente: "¡Hola, Arantza! Todas te queremos." La cosa empieza mal. No es por ser negativa, Paciente Impaciente no tiene nada contra la gente que cree en el amor universal, de la misma manera que cree ser una persona lo bastante entrañable como para hacerse querer (aunque no en cinco segundos), sólo que piensa que es mucho mejor si a uno le dejan expresar dicho amor cuando/y si le sale del arco del triunfo, y no por presión tribal.

Como la reticencia de Paciente Impaciente a hablar de ella misma ante el grupo es bastante notoria, y que la monitora acaba de leer su camiseta y de fruncir el ceño de forma desaprobadora ante tanta negatividad y malas vibraciones, el curso empieza sin más dilación. Las posturas y respiraciones se suceden, el grupo trabaja duro y con seriedad. Mucho mejor. Paciente Impaciente empieza a decirse que quizá -como de costumbre- se ha precipitado a juzgar, cuando en uno de los ejercicios de respiración la monitora empieza a hablar de chakras y de sus colores correspondientes, a abrírnoslos sin ni siquiera llamar antes por teléfono y a pedir al grupo que visualice su cáncer, que vea el tumor en su mente, y que imagine una bola de luz dorada que lo envuelve y lo cura. Acto seguido, y aún en la postura del loto, la monitora se lanza con ardor a una arenga en la que nos cuenta cómo numerosos cánceres y enfermedades aparentemente incurables se curan cuando uno se pone en contacto con la energía del universo y se rodea a sí mismo de un halo de luz divina. Estupennndo.

En lo tocante a la visualización, Paciente Impaciente lleva al grupo una cierta ventaja, porque ella ha tenido su tumor delante de la nariz, literalmente. Entre los dedos enguantados de Disco-Surgeon. Y no lo envolvía precisamente una luz dorada, sino... en fin, no entremos en detalles gore. Ella ha leído cosas sobre el poder de la visualización, etc. etc., pero personalmente piensa que ese poder es más o menos el mismo que cura a la gente que peregrina a Lourdes. A ella ya le gustaría ser sugestionable y mucho menos racional, pero el caso es que aún no ha contemplado la posibilidad de ir a Lourdes (ni al oratorio Saint-Joseph, la horrenda versión local). Y que la única visualización de una posible curación que le viene a la mente es que Oncólogo Competente le hurgue lo que tenga hurgarle de la forma más indolora posible, que la pasen al microondas en programa popcorn, le sacudan unas hormonas y que, con suerte, se libre de la quimio. That's all, folks.

Así que le toca sobremanera las narices que en los tiempos que corren, rebosantes de extremismos religiosos, y de occidentales iluminados que buscan una alternativa a la religión mayoritaria en su país de origen y se convierten entusiastas a cualquier otra que precise un rosario de madera, campanillas o incienso, o practican con fervor dogmático el vegetarianismo, el veganismo, el locavorismo o cualquier otro -ismo, la reducción de la huella carbónica, el comercio justo, el voluntariado internacional, el reciclaje, la meditación, el rechazo a la vacunación infantil o la puta madre que los parió a todos y pontifican sobre todo ello a cretinas educadas como yo que se muerden la lengua unas cuantas veces antes de aprovechar una pausa en el sermón para acordarse de que tienen algo en el fuego, le toca las narices, decía, que una no pueda ir simplemente a hacer yoga a un curso, para obtener ciertos beneficios, sin tener que volverse inmediatamente creyente.

Son malos tiempos para los ateos.


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* (Para los que no leen los comentarios, aquí os dejo un enlace de alguien que dice lo mismo, pero mucho mejor que yo. Cortesía de Miércoles.)

domingo, 6 de febrero de 2011

Cartas a la señora Hernández (IV): Speedos y momentos emotivos

Señora Hernández:

Aprovechando que esta mañana he decidido hacer novillos de yoga (yo creo que incluso el Nirvana hay que abordarlo con moderación), le escribo, que la tengo un poco descuidada.

Una de las razones de mis novillos es que he visto por Internet que mis encargos de libros llegan hoy, y como la oficina de UPS está en el quinto pino y no me apetece peregrinar hasta allí en raquetas y trineo de huskies (no vea lo que nos ha caído esta semana), me he quedado en casa a la espera del repartidor. Eso sí, me he hecho la rutina matinal con un video muy majete que he encontrado por internet, de un tal Rodney Yee, guru del yoga norteamericano, ex bailarín con... ajem, de todo, en cantidad suficiente y en los lugares apropiados, que enseña el yoga embutido en un bañador Speedo extremadamente minimalista. Muy relajante. Sobre todo después de haber paleado toneladas de nieve ayer (hoy no puedo levantar el brazo para cepillarme el pelo, es patético).

Monsieur M. tiene una reunión de instructores de kyudo, ese tiro al arco japonés tan zen que él practica, vamos que se va a  pasar una buena parte del sábado jugando a indios y vaqueros con su arco y sus flechas. Por mi parte, cuando parecía que al fin me iba a dar por ponerme a hacer algo de provecho, como coladas de ropa que se amontonan hasta el infinito, o escribir una novela que revolucionará el mundo literario, o en su defecto, la comida, se me ha plantado en la cocina un buen amigo suyo (y a estas alturas, mío), el que sirve de inspiración al tan salivado personaje de Dan en mi otro blog, el que no trata de tetas.

Este amigo, cuyas iniciales en la vida real son P.P. (sí, como el partido, pobre), tiene muchas de las características encantadoras de Dan (o más bien debería decir que Dan tiene muchas de sus características), sin el sex-appeal, gracias al cielo. Porque si tuviera un cuerpo de Dan y se me plantara en la cocina cuando yo aún estoy en pijama y monsieur M. ausente, encontraría dificilísimo lo de la monogamia.

Así que eliminada la posibilidad del adulterio, nos queda la charla, las tazas de té interminables y el intercambio de recetas (siempre llega cuando ando haciendo la comida). Hoy nos hemos charlado dos teteras y un curry verde de berenjena (ando muy obsesionada con la comida tailandesa). Lo bueno de P.P. es que charla como una mujer: infatigablemente, puede picar cebolla al mismo tiempo, dar detalles -civilizados, no excesivos- sobre su vida amorosa  y poner a parir a quien sea. Eso en un hombre heterosexual es bastante poco frecuente. Cuando llega monsieur M. casi como que nos corta el rollo. Menos mal que él no es celoso.

Hoy nos ha pillado en pleno momento emotivo (una primicia, porque yo en eso de ponerme emotiva con los amigos soy como un hombre, me sale poco y bastante torpe): P.P. acababa de ofrecerse a hacerme comiditas y coladas y limpiar baños y vómitos o lo que haga falta durante mi tratamiento. Y como yo aprecio la amistad pragmática, me he emocionado. Los dos andábamos dándonos mutuas palmaditas en los omoplatos a una distancia muy recatada : -"Gracias, hombre" (yo), -"De nada, tú ya sabes lo importantes que sois para mí tú y tu hombre" (él), cuando monsieur M. ha irrumpido en la cocina arco en mano y se ha quedado mirando a P.P. con bastante sorna, mientras éste se limpiaba el rabillo del ojo ligeramente húmedo y yo sorbía por la nariz. We were having "a moment", vaya. Menos mal que no me pasa a menudo. Jeezz.

Después de leer lo de que usted había buscado mi casa en Google Street View, fui a ver. La foto fue tomada hace ya bastantes primaveras. El tejadillo verde horrible como de puesto de fruta ya no existe. En cuanto tenga un momento miro la suya para llenarme de envidia tropical (¿se ven las superlativas cucarachas canarias?).

En lo demás, ando sin novedad. Sigo en lista de espera para la operación, que según las últimas noticias no parece que tendrá lugar antes de finales de febrero, porque no estoy lo bastante enferma. Ya ve usted, ni siquiera soy capaz de un cáncer con fundamento, todo lo hago a medias. Dicen que el que espera desespera, especialmente si es para una cirugía, pero en mi caso más que desesperarme lo que hago es seguir comiendo una asombrosa cantidad de chocolate y leyendo bastante. Si me hacen esperar mucho, aparte de una biopsia de los ganglios van a tener que hacerme una liposucción.

Aunque no todo son desventajas; esto de estar mala de algo grave también tienen algunas ventajas (aparte de recibir chocolate y libros en cantidades industriales). Desde que salí del armario he recibido bastantes mensajes en la dirección del blog, pero afortunadamente había muy pocos "exaltados" (menos de los que me esperaba, la verdad). En su inmensa mayoría, han sido muy equilibrados, amables y animosos. Sí que he recibido algún correo curioso del estilo "probablemente no te acordarás de mí, te conocí en quinto de EGB y te pegué varias veces por el pasillo, pero ahora que te vas a morir quiero pedirte perdón", pero han sido los menos.

Entre los variopintos correos que han caído en mi buzón, también he reencontrado a un par de amigos a los que había perdido de vista. Lo de los reencuentros está muy bien, especialmente cuando es gente que uno quería reencontrar y de los que había perdido el rastro. Pero yo lo llevo con bastante precaución. Digamos que cuando vuelvo por España de vacaciones evito cuidadosamente las reuniones de antiguos alumnos del colegio donde hice el bachillerato, y que si a esa persona de la que perdí el rastro lo último que recuerdo haberle dicho es -"Túmbate en el carril central de la A-8, y espérame ahí, que ya llego", probablemente es alguien con el que no me interesa retomar el contacto. Hasta ahora, los amigos que he reencontrado son de ésos a los que echaba de menos.

También sigo recibiendo muchos consejos absurdos que me curarán milagrosamente en cuanto empiece a aplicarlos todos. Los estoy recopilando en una lista, en cuanto tenga fuerzas para releerlos publico algo. Intento no gruñir y decirme que en el fondo es una muestra de cariño. Y de ganas de joder.

Aprecio mucho sus ofertas de ayuda repetidas, y sólo puedo decirle que mantener esta amistad por correspondencia es una ayuda en sí misma, que escribe usted con un gracejo inigualable y que espero que tanto Pinito, esa perrúscula suya, como el señor muy alto con el que vive, hagan lo posible por merecerla.


Queriéndola abundantemente (sorry, I just had a moment),

Arantza

miércoles, 2 de febrero de 2011

Dudosas estadísticas

"Get the facts, then, panic!"

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Lo que más aturde cuando una se enfrenta a esta enfermedad y quiere intentar comprenderla mejor, es la impresionante cantidad de información  y desinformación que hay que trillar y seleccionar cuidadosamente. El volumen de datos y estudios es tal que la tarea se revela casi imposible. He decidido haceros una parte del trabajo y facilitaros la tarea, y de paso ahorraros toda esa basura que pulula por ahí encabezada por la justificación "estudios fiables demuestran que...", sin que necesitéis saber nada de desviaciones estándar, varianzas y poblaciones. No me deis las gracias. Mejor enviadme dinero.


Interesante y ligeramente desconcertante recopilación de estadísticas (falsas y no tanto) sobre el cáncer de mama:
  • 98% de los pacientes de cáncer de mama son mujeres, el 2% restante se reparte entre hombres (1%), transexuales (0,7%), hermafroditas (0,2%), y "otros" (<0,1%) ...ni os molestéis en preguntar... ni idea... (¿eunucos?)
  • 73% de los hombres que se pasean por ahí llevando el pin del lazo rosa lo hacen para ligar con más facilidad, 25% dicen que lo hacen por la causa pero mintieron como bellacos en la encuesta y el 2% restante lo hace por concienciar a la sociedad del problema creciente del cáncer de mama (y para ligar con más facilidad).
  • Un estudio de la Universidad de Hernia, en Pensilvania, demuestra que regalar bombones, libros, películas, bonos de masaje y calendarios eróticos del parque de bomberos local a una mujer enferma de cáncer de mama mejora su calidad de vida de un 91% y aumenta sus posibilidades de remisión espontánea en un porcentaje aún no cuantificado (gracias, Gin y señora Hernández ;-).
  • Estudios pertinentes han demostrado que 84% por ciento de las mujeres afectadas por un cáncer de mama utilizaban normalmente un sujetador con aros metálicos. El 16% por ciento restante también utilizaba este tipo de sujetador, pero anormalmente (por ejemplo, para llevar dinero suelto para el parquímetro, transportar la fruta en el supermercado o como protege-orejas en países de climas fríos). Entre las mujeres pertenecientes al primer 84%, al menos un 57% tenía maridos que tomaban frecuentemente prestada esta prenda de corsetería.
  • Estadística polémica: las mujeres con prótesis de aumento mamario por motivos puramente estéticos podrían tener entre dos  y tres veces menos probabilidades de tener un cáncer de mama que las mujeres obesas, fumadoras, hipertensas, negras y presbiterianas, y es de tres a cuatro veces menos probable que alcancen un cociente intelectual de 80.  
  • Las mujeres chinas y japonesas tienen el índice más bajo de cáncer de mama de todas las razas (ey, chicas, parece que tener pechos pequeños tiene alguna compensación, después de todo... diga lo que diga la estadística precedente), aunque muchos estudios serios lo atribuyen a la alimentación. Yo por si acaso me pongo morada a sushi.
  • 57% de los casos de cáncer de mama afectan al pecho derecho, 41% al izquierdo y el 2% que queda son las pobres con una mala suerte de mierda que lo tienen en los dos pechos. ¿Por qué esta preferencia por el pecho derecho? Quién sabe. La fuerza gravitatoria de la luna, las mareas, Júpiter que está en la casa de Saturno, el lado del que una se cuelga el bolso...
  • La tasa de supervivencia al cáncer de mama permanece por encima del 84% en la mayoría de los países desarrollados, siendo superior en muchos de ellos. No está nada mal si se compara con otras tasas de supervivencia, a saber: ser fulminado por un rayo (21%), atacado por un puma (13%), escuchar la discografía completa del Puma de una sentada (7,3%), aceptar un contrato de ingeniería de obras públicas en Irak (47%), ser una estrella del rock (69%) o parar a dormir en un oscuro motel de carretera secundaria regentado por un tal Norman Bates (0%).
  • Para terminar, una estadística aún más esperanzadora: las mujeres afectadas por un cáncer de mama que reciben sexo oral de sus compañeros/as con cierta regularidad (al menos una vez por semana) muestran un asombroso índice de recuperación total sin recaídas ni metástasis de ningún tipo. Las mujeres sanas pueden aplicar esta técnica a modo de prevención. (De nada, chicas).