Cuando una se lanza y anuncia a la familia, los amigos y conocidos que tiene un cáncer de pecho (no consigo habituarme a la expresión española "cáncer de mama", me hace sentir demasiado como si fueran a ordeñarme), piensa que las reacciones que va a obtener van a ser tan variopintas como las personalidades de la gente a la que le suelta la noticia. Sobre todo teniendo en cuenta que lo del cáncer cosquillea zonas sensibles como la enfermedad (grave), el miedo (al dolor, a la muerte), la empatía y la compasión. Lo más sorprendente es que no sea así, o no tanto como lo esperaba. La mayoría de la gente se sitúa en este espectro de cuatro reacciones diferentes, o en una combinación de dos de las cuatro:
1. La trágica o "ohcieelosvasamorir". Como dice mi amiga la señora Hernández, que es una experta (tiene un máster en Boob Blues), la persona que reacciona así te mira a los ojos en un silencio cargado de emoción, te toca el brazo con gran delicadeza y cara de pena, y mientras le hablas con toda la calma del mundo mantiene esa expresión de "escucha a Melinda y camina hacia a la luz".
2. La vengadora o "¿dequiéneslaculpa?". Extremadamente improductiva y, en lo que a mí respecta, bastante cargante. Vale, sí, tardaron un año en dar con el diagnóstico. La medicina no es una ciencia exacta. Si hubiera nacido en Sudán aún tendría el garbanzo prosperando tranquilamente en el pecho derecho.
Vamos, que el que yo tenga cáncer no es culpa de nadie, ni de los dos radiólogos que examinaron mis mamografías y ecografías, ni de los dos cirujanos que me estrujaron, palparon y cosieron, ni de los dos amables médicos de familia que me aconsejaron. Si acaso, sería culpa de mi patrimonio genético, y como dicho patrimonio también me ha procurado cierta habilidad para los idiomas y bonitos (creo) ojos verdes, pues tampoco estoy por empezar a recriminarle a mi pobre madre lo de haberme pasado sus genes gripados.
Tampoco es culpa mía: parece obvio, ¿verdad? Pues también he tenido que escuchar que "vivir en la ciudad, con toda esa contaminación es malísimo", "usas demasiado el microondas", "eso son esas botellas ecológicas reutilizables en las que bebes" y "tanto estrés, ya te dije que meditaras". Al próximo que me diga algo así le sacudo con un bate de béisbol en la cabeza para ayudarle a meditarlo. Probablemente me ahorraría el estrés de escucharlo. Yo lo advierto de forma amistosa, porque si encima de lidiar con el cáncer tengo que escuchar que es culpa mía (yo, que no fumo, no bebo, soy vegetariana de lunes a viernes, como carne roja tres veces al año, mantengo un peso óptimo y hago cuatro días de ejercicio por semana como mínimo), como que me dan ganas de probar unas patadas frontales que aprendí hace tiempo en el gimnasio.
Bastante coñazo es ya aguantar estoicamente todas las consultas, pinchazos y esperas, como para tener que andar aplacando la cólera de los justos, aunque sean justos bienintencionados. Keep the drama for your mama.
2. La vengadora o "¿dequiéneslaculpa?". Extremadamente improductiva y, en lo que a mí respecta, bastante cargante. Vale, sí, tardaron un año en dar con el diagnóstico. La medicina no es una ciencia exacta. Si hubiera nacido en Sudán aún tendría el garbanzo prosperando tranquilamente en el pecho derecho.
Vamos, que el que yo tenga cáncer no es culpa de nadie, ni de los dos radiólogos que examinaron mis mamografías y ecografías, ni de los dos cirujanos que me estrujaron, palparon y cosieron, ni de los dos amables médicos de familia que me aconsejaron. Si acaso, sería culpa de mi patrimonio genético, y como dicho patrimonio también me ha procurado cierta habilidad para los idiomas y bonitos (creo) ojos verdes, pues tampoco estoy por empezar a recriminarle a mi pobre madre lo de haberme pasado sus genes gripados.
Tampoco es culpa mía: parece obvio, ¿verdad? Pues también he tenido que escuchar que "vivir en la ciudad, con toda esa contaminación es malísimo", "usas demasiado el microondas", "eso son esas botellas ecológicas reutilizables en las que bebes" y "tanto estrés, ya te dije que meditaras". Al próximo que me diga algo así le sacudo con un bate de béisbol en la cabeza para ayudarle a meditarlo. Probablemente me ahorraría el estrés de escucharlo. Yo lo advierto de forma amistosa, porque si encima de lidiar con el cáncer tengo que escuchar que es culpa mía (yo, que no fumo, no bebo, soy vegetariana de lunes a viernes, como carne roja tres veces al año, mantengo un peso óptimo y hago cuatro días de ejercicio por semana como mínimo), como que me dan ganas de probar unas patadas frontales que aprendí hace tiempo en el gimnasio.
Bastante coñazo es ya aguantar estoicamente todas las consultas, pinchazos y esperas, como para tener que andar aplacando la cólera de los justos, aunque sean justos bienintencionados. Keep the drama for your mama.
3. El cheerleader extremo. Se manifiesta de maneras diferentes, pero las dos variantes más habituales son la pseudocientífica y la alternativa. Ambos se muestran forzadamente jubilosos y casuales, ("elcáncerescomounagripe"), se precipitan a sepultarte (metafóricamente, ¿eh?) con toneladas de información habitualmente de fuente dudosa y hablan muy rápido para no darte tiempo a meter baza y evitar todo riesgo de tener que lidiar con lo que sientas. Afirman repetidas veces que el cáncer hoy en día es una tontería. Esperan de una que responda (eso, los que esperan que una responda) como si no estuviera preocupada y estresada y no fuera a estar muy mala durante meses. Los de la tendencia alternativa te sugieren todo tipo de cosas absurdas, desde el jugo de col pasando por el de áloe, la visualización positiva y la terapia bioenergética. Ninguno se ofrece para cosas más prosaicas, como cocinarte una sopa o venir por casa y hacerte una colada en el caso de que te den quimio, estés sola en casa y te dejen en un estado en el que necesites ayuda para levantarte e ir al cuarto de baño.
Al final, va a resultar que lo que decía mi amiga Violeta durante nuestra dolescencia era cierto: los verdaderos amigos son los que están dispuestos a sujetarte el pelo mientras vomitas (el pelo en este caso puede ser metafórico).
Al final, va a resultar que lo que decía mi amiga Violeta durante nuestra dolescencia era cierto: los verdaderos amigos son los que están dispuestos a sujetarte el pelo mientras vomitas (el pelo en este caso puede ser metafórico).
4. El apreciado (al menos, por mí) término medio: la gente que se lo toma con la mayor naturalidad posible. Solidarios, pero no trágicos. Optimistas, pero sobrios, aunque no fríos. Saben que es serio, pero que no me voy a morir en los próximos cinco minutos, y me han ofrecido echarme una manita si necesito gente que haga la compra o me lleve en coche al hospital. Suelen escuchar más que hablar, y preguntar cosas como: "¿Qué puedo hacer por tí?", y lo que es aún mejor, parecen tener la intención de hacerlo.
Os dejo, tengo que hacerme el zumo de áloe y col del mediodía, seguido de una sesión de reflexología bioenergética y un concurso de dardos. El que acierte en el ojo de Melinda gana un tupper sin DEHA ni PET.
Ah, sólo diré una cosa, madame: malditas sean todas las remolachas del planeta y sus hijos y los hijos de sus hijos. Fuck'em all.
ResponderEliminarY fuentes muy autorizadas me han comunicado que lo que es bueno de verdad para esto es el bienmesabe. Con helado.
Y la muérdago-terapia, que te la olvidas, también recomendable "para lo tuyo" (nótese por favor el uso marcado de las comillas).
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarEn esta vida, salir del armario (del armario que le toque a cada uno) siempre es difícil. Al momento (insoslayable) de tener que decir lo que a uno le quema por dentro, se une el hecho de que, de alguna manera, le das a la otra persona parte del control sobre el hecho que le comunicas. Comunicar ciertas noticias, pues, es un acto fundamental de confianza.
La ventaja es que, decirlo, ayuda a ir digiriendo la cosa, a interiorizar el cambio que se ha producido en tu vida y a que la gente se adapte a la nueva situación. Por otra parte, pasado el primer momento en el que se producen reacciones para todos los gustos, como todo el mundo comparte la misma información también se puede trabajar de forma positiva y sincronizada para solucionar el problema o amortiguar sus consecuencias. En tu caso: enfocarte en curarte lo antes posible y que no tengas que preocuparte de nada más. Estoy seguro de que las reacciones sensatas han sido mayoría aunque, por propia experiencia te diré que, a veces, hace falta mucha sangre fría para no romperle la cara a según qué gente. En fin:humanos somos.
Mi consejo es que calles cuando te apetezca pero, sobre todo, que hables cuando te apetezca. No te dejes nada dentro. Procura procesar la información que tengas y trata de que sea siempre de una manera positiva. No desperdicies demasiados recursos en el miedo, que es lógico, pero que no ayuda a avanzar. A vuelta de Feisbuk estamos los que no vivimos en Canadá, en cualquier caso para lo que usted pueda necesitar.
Besos mil y perdón por la longitud del comentario. Dios no me llamó por el camino de la síntesis.
Señora: estoy rotundamente de acuerdo con usted. Let them eat cake, me digo, mientras yo como el bienmesabe, que ya presentía que tiene que ser excelente para lo mío. Especialmente con helado.
ResponderEliminarNoema: lo de la muérdagoterapia probablemente consiste en hacer morder un ramo de muérdago a las personas particularmente cargantes, con lo cual (¡y sin nigún efecto secundario!) se les reduce a un silencio relajante que es fabuloso para lo mío.
Paco: me ha gustado mucho tu comentario, Paco. Gracias mil. Y yo tampoco estoy muy dotada en esto de ser breve. Mira, cuando estaba escribiendo esto sabía que iba a sonar chapas y quejicoso, pero me he dicho que para eso está la blogterapia, y que quién sabe, a lo mejor puede seros útil para cuando tengáis que lidiar con futuras enfermedades de gente cercana. Tengo que decir que los buenos amigos (y familia) han reaccionado prácticamente todos de manera equilibrada y reconfortante. Menos mal. Los amigos de monsieur M. ha sido otro cantar... pero es que él frecuenta mucho ex-hippy exacerbado :-).
Ostras! cuantas emociones me vienen y cuantas ganas de contar y contar.. pero no! voy a intentar ir despacio y con buena letra.. y sobre todo, escueta -a ver si me sale-. Lo primero, me presento a lo alcohólicos anónimos que siempre me ha gustado mucho ese punto tan teatral: Me llamo Maite Martín y soy cancerígena desde hace 3 años y 3 meses.. no soy una superviviente ya que aún no me las ve visto con mi bicho. Está en la médula Ósea, crece despacio y en silencio y sin grandes daños aparentes hasta que un buen día se arrancará, convertirá mis huesos en polvo y, la buena noticia, es que eso no me matará. Lo harán mis riñones cuando se obstruyan con tanto polvazo... pero que no me preocupe -me dijo mi doctora- tenemos fármacos que te van a garantizar una "buena" calidad de vida. Y además, es pequeño y crece lento y puedes estar haciendo vida "normal" muchos años...
ResponderEliminarDe esto a hoy han pasado muchas cosas. Mis padres murieron, me enfadé con el mundo -pero un cabreo monumental- y me defraudé con mucha gente muy querida que dieron más credibilidad a un informe que rondaba por internet sobre la fase inicial del mieloma múltiple que a mi versión -supongo que creyeron que estaba dramatizando-. Incluso aluciné con algún ¿no crees que es prematuro tomárselo así? ... manda el tema...
De esto otro a hoy, han cambiado algunas -solo algunas- cosas. Mi enfermedad no es mala suerte es una plaga genética. Tener cáncer no significa morir. Porque morirnos, lo haremos todos. La cuestión es cómo vamos a vivir con los ojos abiertos... hay que aprender, no hay otra, pero el plan sigue siendo el mismo: vivir con plenitud aunque habrá que conceder ciertas licencias a los doctores -cabritos sádicos-.
La vida me quiere porque estoy viva y coleando. Las enfermedades no crean enfermos, eso lo hacemos nosotros mismos. Yo estoy sana, me digo cada mañana, y lo demás son rotos que iremos arreglando. Mi burbuja cósmica se ha multiplicado por mil; como quién reza un rosario, yo conjugo el verbo amar porque quiero vivir al día y no dejarme ni un te quiero en el tintero por lo que pueda pasar... y porque queriendo mucho mucho he conseguido no amargarme, ni sentir rencor hacia los que no me acurrucaron cuando me estaba cagando de miedo...
Y en medio de esto y de lo otro, me hago caquita cada dos por tres, la angustia viene y va, la euforia, el llanto... y la mala leche -esta está como siempre-.
Mi querida heroína! desde -¿recuerdas?- aquella aventura en la cola del colegio electoral? pues en aquel post te coloqué la capa de superhéroe y hasta hoy aunque no voy a caer en el tópico de llamarte valiente porque tengas que pasar por la quimio y demás engorros... que a lo tonto, si tienes cáncer te dicen qué valiente eres, como si tú lo hubieras elegido. Desde luego, si yo pudiera elegir me pediría cobarde-sin-bicho...
Escueta, eh? Me cachis!
ResponderEliminarMaite: eh, uh... vaya. Otra salida del armario :-). En todo lo que cuentas sólo puedo llegar a la conclusión de que:
ResponderEliminara) los cheerleaders extremos pseudocientíficos ahora disponen de una herramienta soberbia para tocarnos los cojones (u otras gónadas), se llama internet. Un médico muy majete me dijo una vez que aunque lo de que ahora todos tengamos más estudios y dispongamos de más información es generalmente positivo, no hay nada peor que gente informada a medias -y mal- por chorradas que hayan leído en internet. No hay que olvidar que la medicina es una ciencia que necesita años y años de aprendizaje y otros tantos de experiencia (doy fe de ello, uno de mis mejores amigos, que tiene que estar leyendo esto, es médico de familia y he pasado algunas horas de biblioteca con él en la veintena). Cinco minutos de google no pueden remplazar la formación de un oncólogo. Yo lo tengo muy presente, y sólo investigo si necesito aclaraciones y optimismos suplementarios. Lo he hecho unas dos veces en un año, una de ellas porque no estaba muy contenta con el cirujano que me había tocado. Si confío en el doc, prefiero leer novelas policiacas, porque empiezo a estar saturada del tema y esto no hace más que empezar. Y la mayor parte de las veces lo que se busca en internet sólo sirve para adelantar acontecimientos y preocuparte aún más. Eso lo puedo hacer perfectamente sola.
b) citando a mi amiga Lupe, que es una gran experta en la materia: no nos morimos, Maite. Al menos, no ya mismo (un día sí, claro, como todo el mundo). Nos pinchan y nos aburrimos en los hospitales, pero no nos morimos. Así que a Melinda le pueden ir dando. A ella y a sus pestañas postizas.
ya sabes, siempre podrás encontrarme junto a la taza.
ResponderEliminarSumire-Violeta: como en los viejos tiempos :-). No esperaba menos de vos, madame. Smuack.
ResponderEliminarArantza, esto me ha recordado las variadas reacciones que me encontré durante el velatorio de mi padre, hace un mes. Lo que mejor me vino, efectivamente, fueron las amigas que llegaron, me abrazaron, y me llevaron a tomar una birra, mientras hablábamos de otras cosas. Cuando una pasa un mal momento, no necesita ni compasión ni consejos.
ResponderEliminarÁnimo "con lo tuyo", como dice Noema. Y si necesitas algo de las Canarias (un kilo de gofio, miel de palma, un rayito de sol) ya sabes donde pedirlo.
Soy la blogger anonima del primer post y tu taxonomia de reacciones y reaccionantes es lo más divertido y veráz que he visto...
ResponderEliminarjajajaja xcto!!! es perfecta la descripción y como tu siento ganas de matarlos a los "la culpa es tuya" y a los alternativos bien intensionados también jajaja pero en lugar de expresarlo como tu y reirme de ello me siento culpable y neurótica jajaja Viva!
sigo leyéndote con detenimiento y me siento impelida a recuperar el tiempo que he perdido sintiendome furiosa!