-"Chère Madame Toquero..." llama suavemente Mentsch Surgeon, asomando sonriente por detrás de mi silla en la sala de espera y poniendo muy ligeramente la mano en mi hombro, para luego hacer un gesto invitándome a pasar a su despacho. Mentsch Surgeon es así, le gustan esos toques de clase como salir él mismo a la sala de espera a buscar a sus pacientes, en lugar de mandar a una enfermera que vocifere mi nombre con una pronunciación tan deformada que rara vez lo reconozco. Mentsch Surgeon incluso se molesta en pronunciarlo cuidadosamente, en su primera consulta me hizo repetirlo varias veces y lo practicó hasta dominarlo. Sospecho que hasta se lo anotó en alfabeto fonético en una esquina de mi historial, bendito sea.
Este hombre también sabe dosificar con un tiento inigualable lo personal (como ese "chère" -"querida"-) y lo formal (el "madame"). El arte de tratar rigurosamente de usted al interlocutor y que no sólo no suene frío, sino que resulte cálido y amistoso, un arte casi perdido que ya casi nadie conoce, salvo contados caballeros como el profesor Lesage y este muy humano cirujano y oncólogo. (A los amigos médicos que leen esto -y hay unos cuantos-, algo que puede refrescarles esos lejanos cursos de etiqueta en la atención primaria al paciente: un par de gestos minúsculos dicen montones de cosas de un médico.)
Mentsch Surgeon saluda, Paciente Impaciente le presenta a los refuerzos (hoy viene escoltada por monsieur M.), se intercambian apretones de manos y el doc indica el acostumbrado camisón de hospital. Otro de esos detalles llenos de tacto que lo caracterizan: sale del despacho. La mayoría de médicos ante los que he tenido que desfilar en topless durante el último año me dejaban como mucho un momento de intimidad detrás de un biombo para desvestirme. Algunos (normalmente los más cretinos) ni siquiera eso: se limitaban a seguir hablando y hablando. El hecho de desnudarme delante de un desconocido no es algo que en sí mismo atente particularmente contra mi sentido del pudor. Mi sentido del pudor curiosamente no tiene mucho que ver con la desnudez, hay cosas que lo irritan mucho más. Pero algo en el gesto de mostrarse sin ropa ante una persona que uno no ha elegido lo vuelve bastante vulnerable, cuando no lo humilla directamente.
Curioso, lo de la ropa. Sea la que sea, unos vaqueros viejos o un traje de Armani, parece ser lo que nos confiere una gran parte de nuestra humanidad. Sin ella, no somos más que tristes mamíferos pelones y rosaditos. Tiene más que ver con la dignidad que con la decencia, al menos en mi forma de verla. Mentsch Surgeon parece ser consciente de estas cosas, y da un momento más que suficiente para que una se arregle el camisón y se siente en la camilla, y luego llama a la puerta de su propio despacho y espera a que le diga que entre. Innecesario, dirán los más ibéricos de los lectores, sobre todo porque en breves momentos va a palparme los pechos con desenvoltura profesional. Respetuoso, digo yo. Y eso crea toda una diferencia.
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Cuando el doc entra, examina a Paciente Impaciente y se declara encantado de la cicatrización y de cómo ha recuperado la movilidad del brazo. Encantado, especialmente porque la paciente anterior a ella, una mujer joven en plena quimioterapia, ha salido de su consulta apoyándose pesadamente en su marido, que lloraba sin intentar ocultarlo. Paciente Impaciente sospecha que Mentsch Surgeon se deja los casos con pronóstico más optimista para el final de la jornada, por la cosa de irse a casa y no tener que beberse dos botellas de brandy, supone. Y lo entiende perfectamente. Y le encanta ser un caso con pronóstico optimista. Tras cerrarse el camisón y contar a Mentsch Surgeon que el yoga combinado con la fisioterapia ha hecho maravillas con su cuerda de guitarra linfática, Paciente Impaciente señala con un gesto la bolsa de papel azul que ha dejado encima de la mesa.
-"Sus honorarios, doc. Mis míticas galletas de cranberries y avena, y una docena de Chocolate Cherry Coma Cookies."
Mentsch Surgeon: -"Oh! Goodie!" (Él es así, mezcla nerdismos monumentales con expresiones como de chaval de diez años.) -"Estupendo, aún no había tenido tiempo de comer. Gracias."
Monsieur M., que hasta ahora estaba sentado modosito y silencioso en una silla para los acompañantes, no puede reprimirse y suelta: -"Si no le gustan, o es usted alérgico, yo puedo hacer un sacrificio y llevármelas al trabajo."
Mentsch Surgeon suelta una risilla: -"Ni lo piense." A continuación se sienta, nos mira y se pone serio. -"Ahora hablemos de lo que le espera."
Paciente Impaciente: -"¿Próximo capítulo... radioterapia?"
Mentsch Surgeon: -"Sí, eso seguro. El tejido que rodeaba al tumor ha dado negativo, pero la radioterapia va a ser necesaria."
Paciente Impaciente, respirando hondo: -"¿Y la quimio? ¿Empiezo a mirar pelucas?"
Mentsch Surgeon: -"Si tuviera usted ochenta años, le diría que no. Pero a su edad, estoy seguro de que los tres queremos que pueda vivir los próximos 45 o 50 años de su vida sin tener otro cáncer." Monsieur M. y Paciente Impaciente asienten. Pausa. -"Por otra parte, ya sabe que la quimioterapia no es exactamente un paseo por el parque, y que los efectos secundarios a largo plazo tampoco son algo muy deseable. No me apetece sacudirle a usted una si no le ofrece ventajas apreciables, e... ¿imagino que usted está de acuerdo?" Nuevo asentimiento. Nueva pausa. -"Lo que le propongo es que antes de tomar una decisión enviemos una muestra de su tumor a analizar más exhaustivamente. Estos análisis son experimentales, pero han demostrado resultados muy válidos en cuanto al poder de predicción de nuevas recaídas, de la proliferación y de índices de agresividad del cáncer que hasta ahora no eran mensurables. Aún no se hacen en Canadá. Tendremos que mandar la muestra de tejido primero a Boston, y luego a Florida."
Una parte absurda del cerebro de Paciente Impaciente le trae de golpe a la memoria "Tú a Boston y yo a California". Otra se preocupa súbitamente de lo que el doc va a decir a continuación, de que sea algo así como: "Estas pruebas experimentales cuestan la friolera de..."
Mentsch Surgeon: -"Estas pruebas experimentales están cubiertas por la sanidad pública canadiense." Monsieur M. y yo respiramos al unísono, aliviados. Cirujano Humano sigue: -"Pero como la muestra de tejido tumoral se encuentra en el primer hospital en el que la operaron a usted, va a haber un poco de papeleo para que la transfieran."
Paciente Impaciente: -"Creía que ya la habían enviado aquí para que le echara usted un vistazo."
Mentsch Surgeon: -"Así es. Pero cuando terminamos, tuvimos que mandarla de vuelta. Puede parecerle extraño, pero los patólogos son curiosamente posesivos con sus muestras." Sonrisa divertida.
Paciente Impaciente no puede aguantarse la inconveniencia: -"Uhm, técnicamente, la muestra es mía. Yo soy la madre de la criatura."
Mentsch Surgeon, aguantándose un poco la risa: -"Y tiene usted razón. De hecho, va a tener que firmarme dos formularios de autorización antes de irse." Agita un par de hojas en la mano y me las tiende, junto con un bolígrafo.
Paciente Impaciente: -"Me parece curioso, todo lo que se pasea este pedacito de mi persona. Y ahora Boston, Florida... viaja más que yo." Meditabunda, firma los impresos: -"Have tumor, will travel."
No, si al final la muestra te va a mandar una postal desde Florida como Doña Marmota.
ResponderEliminarBueno pues vamos a esperar a ver que te dicen de tu tejido viajero. Qué suerte has tenido con encontrar ese médico y qué razón tienes con lo de la atención al paciente, muchos sanitarios se saltaron esa lección. Mucho ánimo.
ResponderEliminarMuchas gracias por el parte.
ResponderEliminar¿hay posibilidad de clonar en serie a Mentsch Surgeon? Siempre es importante tener un as guardado en la manga.
Me encanta que tu muestra se vaya de business trip.
Petonets,
Alba
Qué bien me cae nuestro amigo Mentsch Surgeon :-) Por cierto, también soy un absurdo. Al leer, también me ha venido a la cabeza lo de tú a Boston y yo al despacho de Schwarzenegger :-)
ResponderEliminarBesos
Esto, por lo que entiendo, quiere decir que a lo mejor te ahorras la quimio... no?
ResponderEliminarEs fantástico tener un médico así, tan profesional y con tantísimo tacto, que tiene en cuenta las particularidades de cada paciente... me quedo con la boca abierta, realmente.
Y sí, es curioso cómo el tejido de una resulta ser más globetrotter que una misma ;-), pero todo sea por la salud...
Muchos saludos desde Bruselas.
María
Bien por tu cirujano y bien por ti. Mucho ánimo y mucho Bach!
ResponderEliminarPues a ver si la muestra viajera vuelve con buenas noticias.
ResponderEliminarY me alegro de que acabaras en buenas manos.
Al quitarnos la ropa no es solo que perdamos dignidad: somos todos más iguales, perdiendo individualidad. La ropa, el maquillaje... son formas de comunicación, señas de identidad.
ResponderEliminarPor cierto, otra cosa que me han comentado varios pacientes que es raro es lo de calentar las manos antes de palpar. Espero que los próximos especialistas se acuerden, o que no te toquen por la mañana (no sé porqué, pero es cuando más gente tiene dedos fríos).
Las galleas de avena son una idea inspirada: la fibra sienta de maravilla cuando no hay tiempo para comer o cuando te quedas hasta tarde, sobre todo si la cafetería del hospital es mala.En un hospital en el S de Inglaterra dieron el contrato de cantina a un Burger King, así que puede ser muy mala.
Se te nota con más energía, me alegro :-)
Un abrazo fuerte para ti y otro para Mentsch Surgeon, qué suerte topar con él!
ResponderEliminarAna.
A seguir siendo de pronóstico optimista... y convenciendo con galletas, cómo no!
ResponderEliminarBesos fuertes!
No me extraña que "malcríes" al doc con galletas... yo apoyo la idea de clonarle. Yo "cuando lo mío" tuve uno como este... y por desgracia otro que era... puffffff. En fin me alegro de las buenas noticias, y espero que el viaje del tejido también traiga buenas nuevas.
ResponderEliminarUn besuco.