Señora Hernández:
Aprovechando que esta mañana he decidido hacer novillos de yoga (yo creo que incluso el Nirvana hay que abordarlo con moderación), le escribo, que la tengo un poco descuidada.
Una de las razones de mis novillos es que he visto por Internet que mis encargos de libros llegan hoy, y como la oficina de UPS está en el quinto pino y no me apetece peregrinar hasta allí en raquetas y trineo de huskies (no vea lo que nos ha caído esta semana), me he quedado en casa a la espera del repartidor. Eso sí, me he hecho la rutina matinal con un video muy majete que he encontrado por internet, de un tal Rodney Yee, guru del yoga norteamericano, ex bailarín con... ajem, de todo, en cantidad suficiente y en los lugares apropiados, que enseña el yoga embutido en un bañador Speedo extremadamente minimalista. Muy relajante. Sobre todo después de haber paleado toneladas de nieve ayer (hoy no puedo levantar el brazo para cepillarme el pelo, es patético).
Monsieur M. tiene una reunión de instructores de kyudo, ese tiro al arco japonés tan zen que él practica, vamos que se va a pasar una buena parte del sábado jugando a indios y vaqueros con su arco y sus flechas. Por mi parte, cuando parecía que al fin me iba a dar por ponerme a hacer algo de provecho, como coladas de ropa que se amontonan hasta el infinito, o escribir una novela que revolucionará el mundo literario, o en su defecto, la comida, se me ha plantado en la cocina un buen amigo suyo (y a estas alturas, mío), el que sirve de inspiración al tan salivado personaje de Dan en mi otro blog, el que no trata de tetas.
Este amigo, cuyas iniciales en la vida real son P.P. (sí, como el partido, pobre), tiene muchas de las características encantadoras de Dan (o más bien debería decir que Dan tiene muchas de sus características), sin el sex-appeal, gracias al cielo. Porque si tuviera un cuerpo de Dan y se me plantara en la cocina cuando yo aún estoy en pijama y monsieur M. ausente, encontraría dificilísimo lo de la monogamia.
Así que eliminada la posibilidad del adulterio, nos queda la charla, las tazas de té interminables y el intercambio de recetas (siempre llega cuando ando haciendo la comida). Hoy nos hemos charlado dos teteras y un curry verde de berenjena (ando muy obsesionada con la comida tailandesa). Lo bueno de P.P. es que charla como una mujer: infatigablemente, puede picar cebolla al mismo tiempo, dar detalles -civilizados, no excesivos- sobre su vida amorosa y poner a parir a quien sea. Eso en un hombre heterosexual es bastante poco frecuente. Cuando llega monsieur M. casi como que nos corta el rollo. Menos mal que él no es celoso.
Hoy nos ha pillado en pleno momento emotivo (una primicia, porque yo en eso de ponerme emotiva con los amigos soy como un hombre, me sale poco y bastante torpe): P.P. acababa de ofrecerse a hacerme comiditas y coladas y limpiar baños y vómitos o lo que haga falta durante mi tratamiento. Y como yo aprecio la amistad pragmática, me he emocionado. Los dos andábamos dándonos mutuas palmaditas en los omoplatos a una distancia muy recatada : -"Gracias, hombre" (yo), -"De nada, tú ya sabes lo importantes que sois para mí tú y tu hombre" (él), cuando monsieur M. ha irrumpido en la cocina arco en mano y se ha quedado mirando a P.P. con bastante sorna, mientras éste se limpiaba el rabillo del ojo ligeramente húmedo y yo sorbía por la nariz. We were having "a moment", vaya. Menos mal que no me pasa a menudo. Jeezz.
Después de leer lo de que usted había buscado mi casa en Google Street View, fui a ver. La foto fue tomada hace ya bastantes primaveras. El tejadillo verde horrible como de puesto de fruta ya no existe. En cuanto tenga un momento miro la suya para llenarme de envidia tropical (¿se ven las superlativas cucarachas canarias?).
En lo demás, ando sin novedad. Sigo en lista de espera para la operación, que según las últimas noticias no parece que tendrá lugar antes de finales de febrero, porque no estoy lo bastante enferma. Ya ve usted, ni siquiera soy capaz de un cáncer con fundamento, todo lo hago a medias. Dicen que el que espera desespera, especialmente si es para una cirugía, pero en mi caso más que desesperarme lo que hago es seguir comiendo una asombrosa cantidad de chocolate y leyendo bastante. Si me hacen esperar mucho, aparte de una biopsia de los ganglios van a tener que hacerme una liposucción.
Aprovechando que esta mañana he decidido hacer novillos de yoga (yo creo que incluso el Nirvana hay que abordarlo con moderación), le escribo, que la tengo un poco descuidada.
Una de las razones de mis novillos es que he visto por Internet que mis encargos de libros llegan hoy, y como la oficina de UPS está en el quinto pino y no me apetece peregrinar hasta allí en raquetas y trineo de huskies (no vea lo que nos ha caído esta semana), me he quedado en casa a la espera del repartidor. Eso sí, me he hecho la rutina matinal con un video muy majete que he encontrado por internet, de un tal Rodney Yee, guru del yoga norteamericano, ex bailarín con... ajem, de todo, en cantidad suficiente y en los lugares apropiados, que enseña el yoga embutido en un bañador Speedo extremadamente minimalista. Muy relajante. Sobre todo después de haber paleado toneladas de nieve ayer (hoy no puedo levantar el brazo para cepillarme el pelo, es patético).
Monsieur M. tiene una reunión de instructores de kyudo, ese tiro al arco japonés tan zen que él practica, vamos que se va a pasar una buena parte del sábado jugando a indios y vaqueros con su arco y sus flechas. Por mi parte, cuando parecía que al fin me iba a dar por ponerme a hacer algo de provecho, como coladas de ropa que se amontonan hasta el infinito, o escribir una novela que revolucionará el mundo literario, o en su defecto, la comida, se me ha plantado en la cocina un buen amigo suyo (y a estas alturas, mío), el que sirve de inspiración al tan salivado personaje de Dan en mi otro blog, el que no trata de tetas.
Este amigo, cuyas iniciales en la vida real son P.P. (sí, como el partido, pobre), tiene muchas de las características encantadoras de Dan (o más bien debería decir que Dan tiene muchas de sus características), sin el sex-appeal, gracias al cielo. Porque si tuviera un cuerpo de Dan y se me plantara en la cocina cuando yo aún estoy en pijama y monsieur M. ausente, encontraría dificilísimo lo de la monogamia.
Así que eliminada la posibilidad del adulterio, nos queda la charla, las tazas de té interminables y el intercambio de recetas (siempre llega cuando ando haciendo la comida). Hoy nos hemos charlado dos teteras y un curry verde de berenjena (ando muy obsesionada con la comida tailandesa). Lo bueno de P.P. es que charla como una mujer: infatigablemente, puede picar cebolla al mismo tiempo, dar detalles -civilizados, no excesivos- sobre su vida amorosa y poner a parir a quien sea. Eso en un hombre heterosexual es bastante poco frecuente. Cuando llega monsieur M. casi como que nos corta el rollo. Menos mal que él no es celoso.
Hoy nos ha pillado en pleno momento emotivo (una primicia, porque yo en eso de ponerme emotiva con los amigos soy como un hombre, me sale poco y bastante torpe): P.P. acababa de ofrecerse a hacerme comiditas y coladas y limpiar baños y vómitos o lo que haga falta durante mi tratamiento. Y como yo aprecio la amistad pragmática, me he emocionado. Los dos andábamos dándonos mutuas palmaditas en los omoplatos a una distancia muy recatada : -"Gracias, hombre" (yo), -"De nada, tú ya sabes lo importantes que sois para mí tú y tu hombre" (él), cuando monsieur M. ha irrumpido en la cocina arco en mano y se ha quedado mirando a P.P. con bastante sorna, mientras éste se limpiaba el rabillo del ojo ligeramente húmedo y yo sorbía por la nariz. We were having "a moment", vaya. Menos mal que no me pasa a menudo. Jeezz.
Después de leer lo de que usted había buscado mi casa en Google Street View, fui a ver. La foto fue tomada hace ya bastantes primaveras. El tejadillo verde horrible como de puesto de fruta ya no existe. En cuanto tenga un momento miro la suya para llenarme de envidia tropical (¿se ven las superlativas cucarachas canarias?).
En lo demás, ando sin novedad. Sigo en lista de espera para la operación, que según las últimas noticias no parece que tendrá lugar antes de finales de febrero, porque no estoy lo bastante enferma. Ya ve usted, ni siquiera soy capaz de un cáncer con fundamento, todo lo hago a medias. Dicen que el que espera desespera, especialmente si es para una cirugía, pero en mi caso más que desesperarme lo que hago es seguir comiendo una asombrosa cantidad de chocolate y leyendo bastante. Si me hacen esperar mucho, aparte de una biopsia de los ganglios van a tener que hacerme una liposucción.
Aunque no todo son desventajas; esto de estar mala de algo grave también tienen algunas ventajas (aparte de recibir chocolate y libros en cantidades industriales). Desde que salí del armario he recibido bastantes mensajes en la dirección del blog, pero afortunadamente había muy pocos "exaltados" (menos de los que me esperaba, la verdad). En su inmensa mayoría, han sido muy equilibrados, amables y animosos. Sí que he recibido algún correo curioso del estilo "probablemente no te acordarás de mí, te conocí en quinto de EGB y te pegué varias veces por el pasillo, pero ahora que te vas a morir quiero pedirte perdón", pero han sido los menos.
Entre los variopintos correos que han caído en mi buzón, también he reencontrado a un par de amigos a los que había perdido de vista. Lo de los reencuentros está muy bien, especialmente cuando es gente que uno quería reencontrar y de los que había perdido el rastro. Pero yo lo llevo con bastante precaución. Digamos que cuando vuelvo por España de vacaciones evito cuidadosamente las reuniones de antiguos alumnos del colegio donde hice el bachillerato, y que si a esa persona de la que perdí el rastro lo último que recuerdo haberle dicho es -"Túmbate en el carril central de la A-8, y espérame ahí, que ya llego", probablemente es alguien con el que no me interesa retomar el contacto. Hasta ahora, los amigos que he reencontrado son de ésos a los que echaba de menos.
También sigo recibiendo muchos consejos absurdos que me curarán milagrosamente en cuanto empiece a aplicarlos todos. Los estoy recopilando en una lista, en cuanto tenga fuerzas para releerlos publico algo. Intento no gruñir y decirme que en el fondo es una muestra de cariño. Y de ganas de joder.
Entre los variopintos correos que han caído en mi buzón, también he reencontrado a un par de amigos a los que había perdido de vista. Lo de los reencuentros está muy bien, especialmente cuando es gente que uno quería reencontrar y de los que había perdido el rastro. Pero yo lo llevo con bastante precaución. Digamos que cuando vuelvo por España de vacaciones evito cuidadosamente las reuniones de antiguos alumnos del colegio donde hice el bachillerato, y que si a esa persona de la que perdí el rastro lo último que recuerdo haberle dicho es -"Túmbate en el carril central de la A-8, y espérame ahí, que ya llego", probablemente es alguien con el que no me interesa retomar el contacto. Hasta ahora, los amigos que he reencontrado son de ésos a los que echaba de menos.
También sigo recibiendo muchos consejos absurdos que me curarán milagrosamente en cuanto empiece a aplicarlos todos. Los estoy recopilando en una lista, en cuanto tenga fuerzas para releerlos publico algo. Intento no gruñir y decirme que en el fondo es una muestra de cariño. Y de ganas de joder.
Aprecio mucho sus ofertas de ayuda repetidas, y sólo puedo decirle que mantener esta amistad por correspondencia es una ayuda en sí misma, que escribe usted con un gracejo inigualable y que espero que tanto Pinito, esa perrúscula suya, como el señor muy alto con el que vive, hagan lo posible por merecerla.
Queriéndola abundantemente (sorry, I just had a moment),
Arantza
Bueno, yo esta mañana también he estado mirando vídeos de yoga... claro que nada que ver con Mr. Yee... Ach du meine Güte!
ResponderEliminarYo también aprecio ese tipo de amistad y eso es una de las cosas que más me asustan y me hacen sufrir estando aquí, no saber cómo practicarla.
En fin, te paso el vídeo de esta mañana... ya sé que no es lo mismo, pero oye, ¡lo que relaja la música! ;-)
http://www.youtube.com/watch?v=Hu9Sq1RvuoA
¡Besos!
Me he asomado por aquí para ver si había novedades y ya veo que sigues esperando. La espera es lo peor así que procura estar entretenida que por lo que veo tu eres de las que no paras. Un besito.
ResponderEliminarBueno Arantza que quieres que te diga...que me das un buen rollo que no tengo palabras...tienes el don de contar un momento "jodido" y me haces reir...
ResponderEliminarQue la espera no se haga pesada....
beeesos
Madame, los reporteros se amontonan en mi puerta gritando "¡Señora Hernández, señora Hernández!", los cazadores de autógrafos no me dan tregua, los editores me buscan incansablemente y se tiran de los pelos por contratarme...
ResponderEliminarBueno, es mentira. Pero me siento como si hubiera saltado a la fama con esto de las cartas. Gracias.
Marona, mujer, tú también ejerces tu amistad, aunque sea de lejos, cada uno aporta su granito de arena: Noema, las fotos de bomberos semidesnudos, tú, los videos de yoga, la señora Hernández, su fiel correspondencia... :-D
ResponderEliminarChus: no creas, tengo que volver a organizarme un poco, porque aparte de los cursos de yoga, ando vaguísima. Escribo poco, no trabajo, veo muchas pelis absurdas y leo tebeos... he vuelto a la adolescencia, vaya.
Núria: la que va a hacerse pesada soy yo, si sigo comiendo chocolate a este ritmo.
Señora Hernández, alias Lupe (siento desvelar su identidad ultrasecreta): uy, y eso que no publico sus cartas por aquello de proteger su vida privada, señora. Porque si su talento fuera desvelado al mundo, los editores andarían buscando arietes para echar su puerta abajo. Yo creo que si nos mercamos juntas un librito en plan epistolar, nos forramos. ¿Qué me dice?
Yo le digo que sí. Me apetece bastante forrarme.
ResponderEliminarHe leido esto por casualidad ... ahora te puedes poner ciega de tintorro con mas razones!
ResponderEliminarhttp://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/02/14/oncologia/1297707008.html